Todo comenzó un quince de septiembre del año dos mil. Yo tenía tres años y tú cinco. Era la fiesta del cumpleaños de tu tío. No se cumplen treinta y cinco años todos los días. Mis padres estaban invitados. Por eso. Gracias a esa fiesta, yo te conocí. Éramos muy sociables, nos hicimos amigos al instante. Desde aquel día, nuestros padres nos llevaban al parque a jugar siempre. Me defendías de aquellos niños que se metían conmigo. Estabas siempre conmigo. Como si fuéramos hermanos. Con el paso de los años todo seguía igual. Yo empecé a sentir algo más que amistad por ti... Mi sueño se hizo realidad... Tras esperar dos años para decírtelo, me besaste. El veintiocho de octubre de dos mil nueve, comenzó nuestra historia. Hubo muchos enfados, muchos piques... Pero en realidad, sólo hay dos momentos que me gustaría borrar de mi mente. El resto los grabaría en un disco y yo lo rayaría a propósito para volver a verlo una y otra vez. Tú eras diferente al resto. Eras una persona de las que ya no quedan. Un chico de los que se fijan en el interior de las personas y el físico les importa una mierda. Eso, junto a como me tratabas, me hacías sentir especial. Única y afortunada por tenerte a mi lado. Aún sigo sin creerme que pudieras estar conmigo. Con la chica a la que todo el mundo rechazaba porque es fea. Me hiciste sentir bien.
En agosto de dos mil diez, un chico me acosaba. Confié en ti y te lo conté, como hacía con todo. Ese mismo día en que te lo dije, nos le encontramos y les dijiste que me dejaran en paz. A los dos días, el dieciocho de agosto, te vieron solo por la calle y te atacaron por detrás. Cuatro navajazos en la espalda y cinco puntos de brecha en la frente. No había nadie en la calle. Pues era la fiesta del pueblo y todos estaban en la plaza. Tú estabas inconsciente. Desangrándote. Un señor te vio y te llevó al hospital. Allí quedaste ingresado. Yo me enteré y fui corriendo a verte. Estabas muy mal, muy débil.
La idea de que quizás no volverías a despertar me aterrorizaba. Pero lo hiciste. Fuiste fuerte y lo superaste. Pensamos que todo ese problema ya terminó, pero nos dimos cuenta de que no podías caminar. Tu sueño era jugar al fútbol. El sueño de tu vida, que siempre lo fue. El médico dijo que era un tumor de columna provocado por uno de los navajazos. Te alcanzó la médula. Sólo sobrevivirías si alguien donaba y se quedaba en silla de ruedas. Me hice las pruebas y era compatible contigo. Tú me lo impediste. ''Lo último que quiero es joderte la vida.'' me dijiste. El señor que te llevó al hospital se ofreció a donar, ya que él tenía otro cáncer que ya no tenía solución. El señor murió y los médicos hicieron el transplante. ¿Todo bien? ¿Adiós miedo? ¿Adiós preocupaciones? Ojalá. Tu cuerpo rechazó a los dos meses ese transplante. Resulta que el cáncer de ese señor, se hallaba oculto ahí. Ahora lo tenías tú. No había nada que hacer, dijeron los médicos. ''¡Dadle la quimioterapia o algo!'' les grité yo. Pero ellos contestaron que ese proceso no alargaría nada más que el sufrimiento. Lo dejaron estar. Estuviste muchísimo tiempo malo. Me dijeron las fases del cáncer... Primero, te fallarían las piernas. Luego vendrían los mareos. Después, la tos con sangre, y a continuación había que ingresar de inmediato. A lo largo del tiempo, esas fases se fueron haciendo realidad. Las piernas te fallaron en el entrenamiento. Los mareos te daban al andar. Y finalmente, en el cine, tosiste sangre... Te llevé al hospital. Decidieron ingresarte de inmediato. ''No te vayas, quédate'' me pediste. Yo lo hice. Me quedé contigo cada día, cuando podía... El veintiocho de octubre de dos mil once. Nuestro aniversario. Yo estaba haciendo un examen de biología. Era tercera hora. Me sonó el móvil. Pedí permiso para ir al baño y contesté. Era tu hermano muy asustado, decía que tenía que ir de inmediato al hospital. Fui dejando el examen en la mesa. Allí, te vi inmóvil en la cama.Me acerqué llorando y me senté a tu lado. ''Tranquilo cariño, estoy aquí, contigo.'' te dije en un susurro. Tú, con un hilo de voz, casi no podías hablar, me pediste que me acercara más, que no me veías ni me oías bien. Yo lo hice y me agarraste de la mano. ''Mi niña, prométeme que no vas a llorar. Que vas a ser fuerte y que vas a salir de esto. Nunca vas a estar sola. Te lo prometo. Ahora, prométeme que vas a ser feliz aunque yo no esté a tu lado.'' me dijiste susurrando y llorando. ''Te lo prometo. No me dejes...'' te contesté. ''Lo siento cielo, estoy muy cansado... No puedo más...'' me dijiste. ''¡Abre los ojos por favor!'' grité llorando. ''Adiós mi vida... Recuerda... Sé feliz sin mí... Tú siempre serás mi princesa... Feliz aniversario cariño.. Te amo.'' me susurraste. En ese momento. La maquina que controla tus latidos se acelera, hasta que se queda en un único sonido y una raya. Tu mano deja de agarrar a la mía. Habías muerto. Yo cogí tu cuerpo y lo abracé contra el mío. Me sacaron de la habitación... El día en el que hacíamos dos años... Me dejaste para siempre... Cariño, perdóname, pero soy incapaz de cumplir la promesa que te hice... Faltan dos días para que se cumplan dos meses de tu ausencia. Y el dolor cada día es más y más fuerte...
Te echo de menos cariño... Te amo.
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